La demanda de petróleo empezará su declive a partir del 2025

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El nuevo ciclo energético está basado en las energías renovables y establece que la demanda de petróleo en el mundo está destinada a caer.

La Agencia Internacional de la Energía (IEA), en su informe anual World Energy Outlook que se da a conocer hoy, se ha tenido que rendir a la evidencia. El pico de la demanda existe. Y en el futuro dejaremos de consumir petróleo en los mismos niveles que hemos hecho hasta ahora. El nuevo ciclo energético basado en las renovables ha llegado y no tiene marcha atrás.

¿Cuándo ocurrirá el punto de inflexión? Si los países cumplen con lo anunciado en su política de energía sostenible, después del 2025. Si en cambio los estados retrasan su sostenibilidad, entonces sería a partir del 2030. Pero la ruta está marcada y los 100 millones de barriles diarios es una cota que tal vez no se llegue a tocar nunca.

En lo que se refiere a los precios, cuanto antes se adelante la transición energética, antes bajarán. En un escenario normal, en el 2030 deberían estar más bajos de los niveles actuales (y estabilizarse en los 65 dólares el barril).

El retroceso de la demanda estará impulsado por un cambio en los comportamientos de los consumidores. Por ejemplo, los coches. En el peor de los horizontes posibles, habrá en el 2030 un 8% de vehículos eléctricos en el mercado, un porcentaje que podría subir hasta el 15% si la transición verde se acelerara gracias al desarrollo de infraestructuras urbanas para desplazamientos a pie, en bici o con transporte de cero emisiones.

Curiosamente, la IEA señala que “el aumento de ventas de coches pesados como los SUV ha compensado la reducción de emisiones generada por los eléctricos”, es decir que la moda actual de estos vehículos ha retrasado una conversión más rápida hacia una movilidad sostenible.

Pero también el hecho de limitar la temperatura del aire acondicionado, restringir el uso de los vehículos en las ciudades, así como usar trenes para media distancia en lugar de los aviones son todos unos hábitos que van a impulsar un cambio en la sociedad dirigido a la tutela del medioambiente.

En el lado de la oferta, la IEA señala que el actual rebote del consumo después del confinamiento no ha sido acompañado por un aumento de igual magnitud en las inversiones, que siguen estando por debajo de los niveles del 2019. Y esto también contribuye a que las perspectivas para el petróleo no sean tan de color rosa: “Las petroleras están bajo presión para diversificarse, con compañías que deciden pagar deudas y devolver dinero a sus accionistas y con muchas firmas estatales que tienen que enfrentarse a limitaciones presupuestarias”. A esta tormenta perfecta hay que añadirle también “la aparición creciente de combustibles líquidos alternativos, como el hidrógeno”.

Mucho más optimista es la previsión sobre el negocio de las turbinas, paneles solares, baterías, que, si no se tuercen las cosas, alcanzará un mercado de un billón de dólares en el 2050, con unos 13 millones de empleos ya a partir del 2030. En cambio, más incierto es el futuro del gas: la IEA apunta a una subida de la demanda en los próximos cuatro años sin aclarar lo que ocurrirá después.

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