Empieza el juicio a Marcelo Macarrón, acusado de ordenar el asesinato de su esposa

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A 15 años del crimen, el viudo de Nora Dalmasso, Marcelo Macarrón, comenzará a ser juzgado este lunes a las 10 de la mañana por un jurado popular. Está acusado de contratar a un sicario para estrangular a su esposa en su casa del barrio Villa Golf, de la ciudad cordobesa de Río Cuarto.

Macarrón, un reconocido médico traumatólogo, llegará en libertad al juicio que se desarrollará en los Tribunales de Río Cuarto. Es el único acusado, ya que nunca se identificaron a los presuntos socios. Allí participarán ocho jurados populares, cuya misión será escuchar la declaración de más de 300 testigos.

La acusación es por delito de “homicidio calificado por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal”, en calidad de instigador. Por el mismo se prevé una pena de prisión perpetua.

El fiscal será Julio Marcelo Rivero, mientras que los abogados del acusado serán Marcelo Brito, Cristian Ayán y Mariángeles Mussolini. En tanto, los hijos de Dalmasso desistieron de participar como querellantes en la causa.

El último fiscal que investigó el caso y cerró la instrucción de la causa, Luis Pizarro, consideró que el crimen estuvo motivado por “desavenencias matrimoniales y cuestiones económicas”.

La hipótesis de la fiscalía

En el requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Pizarro consideró que el viudo, “valiéndose de coartadas previamente organizadas, de la certeza tanto de la ausencia de los demás integrantes de la familia, como de la presencia, sola en su domicilio, de Nora Dalmasso, contrató una/s persona/s para dar muerte a su esposa, por precio o promesa remuneratoria”.

En el escrito, el fiscal Pizarro explica que la acusación contra Macarrón está fundamentada en una serie de indicios que permiten establecer que la madrugada del 25 de noviembre del 2006, el viudo “planificó dar muerte a su esposa por desavenencias matrimoniales y con la intención por parte de su/s adlater/es de obtener una ventaja, probablemente política y/o económica”.

La sospecha del fiscal es que el traumatólogo “le suministró (al sicario) información del movimiento de la casa y presumiblemente le entregó un juego de llaves”. Y que “eligió como fecha” el último fin de semana de noviembre de ese año “en el que se disputaría un torneo de golf” en Punta del Este, al que concurrió con sus amigos “con la finalidad del éxito de su plan delictivo y despejar cualquier posibilidad de sospecha sobre su persona”.

En base al relato de testigos, el representante del Ministerio Público estableció que, para llevar a cabo el crimen, el sicario contratado “aguardó que la víctima realice su rutina previa al descanso y la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda”.

“Un agresor especializado”

De acuerdo a los datos que constan en el expediente, para el fiscal no caben dudas de que el crimen fue cometido por “un agresor especializado, un sicario”. El mismo nunca fue identificado ni detenido. Se lo acuso, además, de “sexualizar la escena del crimen a efectos de que parezca que el mismo se produjo en el contexto de un encuentro sexual con el amante”.

Para llegar a esa conclusión, Pizarro entiende que existen distintas circunstancias en la escena del crimen que lo corroboran: la ausencia de rastro biológico del agresor y de pisadas y de barro, pese a que la noche del hecho llovía y las calles del lugar eran de tierra, que no había daños en las cerraduras y el orden de los ambientes.

Además, que el agresor no robó nada: en la casa fue encontrada “la billetera de la víctima con 800 pesos (valor que duplicaba sus ingresos), un (reloj) Rolex, el auto y anillos de oro, entre otros”.

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