Matías Kulfas presentó una carta de renuncia de 14 páginas

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El ex ministro de Desarrollo Productivo presentó su dimisión al cargo luego del pedido de mandatario, luego de que la vicepresidenta filtrase un “off de récord” al que se le adjudicó. Detalla su gestión al frente de la cartera y ratificó sus dichos sobre la licitación del gasoducto Néstor Kirchner que dijo por radio AM 750. Además apuntó contra los directivos de IEASA y de la Secretaría de Energía porque no segmentaron las tarifas.

 

“Ratifico lo dicho el viernes al finalizar el acto aniversario por los 100 años de YPF en Tecnópolis: si algo cabe reprocharse respecto al contenido nacional de los insumos del gasoducto, eso debe atribuirse pura y exclusivamente a las características de la licitación realizada por la empresa IEASA, cuyos miembros, al igual que el equipo de la Secretaría de Energía, responden políticamente a la Sra. Vicepresidenta. Fueron declaraciones en ON y que quedarán registradas por la radio AM 750 y formuladas ante varios periodistas allí presentes. Huelga adicionar la injusta acusación que la Sra. Vicepresidenta le formulara (al Presidente) al señalarle que usted tiene que ‘utilizar la lapicera’ para forzar un mayor contenido nacional cuando dichas decisiones fueran adoptadas por IEASA”, expresó en la carta de renuncia, Matías Kulfas, quien el sábado salió eyectado del gabinete de Alberto Fernández, luego de que se le atribuyera criticar en “off” a funcionarios del Gobierno nacional cercanos a Cristina Fernández de Kirchner.

En la extensa carta, Kulfas enumera los objetivos que tuvo al asumir la cartera y entre los más destacados incluyó la elaboración de Plan Gas, para estimular la producción de gas, la salida del sistema de subsidios energéticos y un marco normativo para Vaca Muerta.

Los 10 principales conceptos del ex ministro de Desarrollo Productivo:

1. La apuesta por la producción nacional

Llegamos a un ministerio vaciado, sin programas, donde lo único que se había hecho eran reformas edilicias. Con un presupuesto mínimo y el recuerdo de un antecesor que le recomendaba a los industriales dejar de producir en el país, quedándose con las marcas y redes de comercialización, para manufacturar en otros países “más competitivos” que el nuestro. Rápidamente di instrucciones claras para armar nuevos programas en todas las áreas del Ministerio y me ocupé personalmente de escribir y estructurar varias iniciativas, para recuperar el financiamiento accesible a las pymes, para ordenar la política industrial, para fomentar la inversión y el trabajo.

2. Reactivación de la industria y crecimiento de las exportaciones

La reactivación industrial muestra con creces el contraste entre dos modelos. (…) La reactivación de la industria argentina es una de las más fuertes que se verifican en el mundo. Nada de esto fue casualidad. Trabajamos para tener una industria más productiva y que contribuya a gestionar de manera más eficaz uno de los grandes problemas de nuestro país: la restricción externa. Ello se logra exportando más y sustituyendo importaciones allí donde es posible hacerlo de manera eficiente. Son muchos los ejemplos, pero vale centrarse en dos. En la industria automotriz se produjo por dos vías: una mayor integración de partes y componentes fabricados en el país y una mayor participación de la producción nacional en las ventas totales.

En diciembre de 2019, de cada 100 automóviles que se patentaban en Argentina solo 27 eran de fabricación nacional, los otros 73 eran importados. Esa participación se modificó de manera drástica y sostenida, pasando de 27 a 60 autos nacionales por cada 100 vehículos patentados. Es la cifra récord en décadas (el récord anterior fue 52 en el año 2015). Pero además debe tenerse en cuenta que un automóvil está integrado por decenas de partes y piezas, de modo que su integración también es relevante a la hora de incrementar la producción nacional. Al inicio del gobierno, varias plantas automotrices mostraban un declive en la participación de los componentes nacionales, observándose muchas producciones con menos de 20% de contenido nacional. Esta situación también se ha modificado. Creció la integración de partes y componentes, financiamos y apoyamos la localización de inversiones autopartistas y los nuevos proyectos apuntan a integrar con partes nacionales por encima del 40%. Las exportaciones explican el 60% de la producción. En suma: una industria que exporta más y ahorra divisas produciendo más partes y piezas en el país.

Otro ejemplo para destacar es la maquinaria agrícola. El año 2021 ha quedado en la historia como el de mayor producción sectorial en lo que va del presente siglo. En efecto, nunca antes se habían producido tantas sembradoras, cosechadoras, tractores y trilladoras como en 2021. Una vez más, la política industrial dio resultados, aumentando en un 50% la participación nacional, que era del 40% al 60%. (…)

En un sentido opuesto a algunos enfoques que plantean que el crecimiento del mercado interno es incompatible con el desarrollo exportador (y viceversa), las exportaciones industriales crecieron tanto en valor como en cantidades. No es la primera vez que esto ocurre: entre 2003 y 2011 (uno de los períodos de mayor crecimiento con inclusión social de nuestra historia) exportaciones y mercado interno crecieron en forma concomitante y, precisamente, cuando se frenó el dinamismo exportador también se frenó el crecimiento.

3. Política de desarrollo energético

Sr. Presidente, usted me otorgó, en el inicio de la gestión, la responsabilidad de gestionar la política energética del país. Al empezar le dije que teníamos tres grandes desafíos por delante. El primero era implementar rápidamente un plan de estímulo a la producción de gas, de modo de aprovechar nuestro potencial y dejar de gastar tantos dólares importando barcos y otras fuentes de aprovisionamiento.

Nos abocamos a la elaboración del Plan Gas 2020 con la premisa de ahorrar divisas de importación y aumentar la producción gasífera en Vaca Muerta y otras reservas hidrocarburíferas del país. Si bien el plan estaba listo en julio de 2020, rápidamente aparecieron las voces críticas desde un sector de los entes reguladores, que decían que nuestra propuesta era antieconómica, con precios en torno a USD 3,50 por millón de BTU, a los cuales consideraban “caros”. Vaya paradoja, consideraban caro un precio que estaba por debajo de los niveles históricos del gas importado y por el que hoy se paga en torno a los USD 30 y se llegó a pagar en el mundo en torno a los USD 48.

Qué bueno que no les hizo caso a esas personas Sr. Presidente, no hay que entender mucho de economía para darse cuenta los graves impactos en nuestra balanza de divisas que hubiésemos tenido sin ese Plan Gas que permitió ahorrar nada menos que USD 6.000 millones, al tiempo que logró revertir un declino del 10% anual y aumentó la oferta de gas en cerca del 30%. El debate sobre el Plan Gas fue tan desgastante y absurdo que derivó en el traspaso de la Secretaría de Energía al Ministerio de Economía, pero finalmente primó la racionalidad, se aprobó, y usted reconoció públicamente hace pocos días mi intenso trabajo y el de los equipos técnicos de entonces para que se pudiera llevar a cabo, cosa que una vez más le agradezco.

4. Reducción de los subsidios a la energía:

El segundo desafío era salir del desquiciado sistema de subsidios a la energía que rige en nuestro país desde hace dos décadas, el cual tiene un enorme costo fiscal, es socialmente injusto, centralista, anti federal y pro rico. Como peronista me avergüenza cada día que pasa en el que el Estado argentino subsidia la energía de hogares acomodados de la ciudad de Buenos Aires o la zona norte del gran Buenos Aires, hogares que no necesitan, no solicitan ni valoran esos subsidios. Era imprescindible racionalizar este sistema, realizando adecuaciones tarifarias que tuvieran en cuenta la crisis de ingresos de los hogares, pero dotándola de progresividad distributiva. Lejos de ellos, el equipo de la Secretaría de Energía, que se fuera desplegando desde los entes reguladores, no hizo más que alimentar este sistema nefasto de subsidios.

En estos dos años y medio han ocurrido hechos trascendentes en el mundo: hubo una pandemia, se investigó rápidamente la genética del virus, se crearon varias vacunas, se desplegaron decenas de iniciativas para afrontar la pandemia, se aceleró la digitalización, cambiaron los sistemas mundiales de aprovisionamiento, pero en nuestro país, el equipo de la Secretaría de Energía no fue capaz de diseñar un sistema de segmentación de tarifas y cobrarle a los ricos y sectores de ingresos medio – altos una boleta de luz y gas sin subsidios.

Los 10 principales conceptos del ex ministro de Desarrollo Productivo:

1. La apuesta por la producción nacional

Llegamos a un ministerio vaciado, sin programas, donde lo único que se había hecho eran reformas edilicias. Con un presupuesto mínimo y el recuerdo de un antecesor que le recomendaba a los industriales dejar de producir en el país, quedándose con las marcas y redes de comercialización, para manufacturar en otros países “más competitivos” que el nuestro. Rápidamente di instrucciones claras para armar nuevos programas en todas las áreas del Ministerio y me ocupé personalmente de escribir y estructurar varias iniciativas, para recuperar el financiamiento accesible a las pymes, para ordenar la política industrial, para fomentar la inversión y el trabajo.

2. Reactivación de la industria y crecimiento de las exportaciones

La reactivación industrial muestra con creces el contraste entre dos modelos. (…) La reactivación de la industria argentina es una de las más fuertes que se verifican en el mundo. Nada de esto fue casualidad. Trabajamos para tener una industria más productiva y que contribuya a gestionar de manera más eficaz uno de los grandes problemas de nuestro país: la restricción externa. Ello se logra exportando más y sustituyendo importaciones allí donde es posible hacerlo de manera eficiente. Son muchos los ejemplos, pero vale centrarse en dos. En la industria automotriz se produjo por dos vías: una mayor integración de partes y componentes fabricados en el país y una mayor participación de la producción nacional en las ventas totales.

En diciembre de 2019, de cada 100 automóviles que se patentaban en Argentina solo 27 eran de fabricación nacional, los otros 73 eran importados. Esa participación se modificó de manera drástica y sostenida, pasando de 27 a 60 autos nacionales por cada 100 vehículos patentados. Es la cifra récord en décadas (el récord anterior fue 52 en el año 2015). Pero además debe tenerse en cuenta que un automóvil está integrado por decenas de partes y piezas, de modo que su integración también es relevante a la hora de incrementar la producción nacional. Al inicio del gobierno, varias plantas automotrices mostraban un declive en la participación de los componentes nacionales, observándose muchas producciones con menos de 20% de contenido nacional. Esta situación también se ha modificado. Creció la integración de partes y componentes, financiamos y apoyamos la localización de inversiones autopartistas y los nuevos proyectos apuntan a integrar con partes nacionales por encima del 40%. Las exportaciones explican el 60% de la producción. En suma: una industria que exporta más y ahorra divisas produciendo más partes y piezas en el país.

Otro ejemplo para destacar es la maquinaria agrícola. El año 2021 ha quedado en la historia como el de mayor producción sectorial en lo que va del presente siglo. En efecto, nunca antes se habían producido tantas sembradoras, cosechadoras, tractores y trilladoras como en 2021. Una vez más, la política industrial dio resultados, aumentando en un 50% la participación nacional, que era del 40% al 60%. (…)

En un sentido opuesto a algunos enfoques que plantean que el crecimiento del mercado interno es incompatible con el desarrollo exportador (y viceversa), las exportaciones industriales crecieron tanto en valor como en cantidades. No es la primera vez que esto ocurre: entre 2003 y 2011 (uno de los períodos de mayor crecimiento con inclusión social de nuestra historia) exportaciones y mercado interno crecieron en forma concomitante y, precisamente, cuando se frenó el dinamismo exportador también se frenó el crecimiento.

3. Política de desarrollo energético

Sr. Presidente, usted me otorgó, en el inicio de la gestión, la responsabilidad de gestionar la política energética del país. Al empezar le dije que teníamos tres grandes desafíos por delante. El primero era implementar rápidamente un plan de estímulo a la producción de gas, de modo de aprovechar nuestro potencial y dejar de gastar tantos dólares importando barcos y otras fuentes de aprovisionamiento.

Nos abocamos a la elaboración del Plan Gas 2020 con la premisa de ahorrar divisas de importación y aumentar la producción gasífera en Vaca Muerta y otras reservas hidrocarburíferas del país. Si bien el plan estaba listo en julio de 2020, rápidamente aparecieron las voces críticas desde un sector de los entes reguladores, que decían que nuestra propuesta era antieconómica, con precios en torno a USD 3,50 por millón de BTU, a los cuales consideraban “caros”. Vaya paradoja, consideraban caro un precio que estaba por debajo de los niveles históricos del gas importado y por el que hoy se paga en torno a los USD 30 y se llegó a pagar en el mundo en torno a los USD 48.

Qué bueno que no les hizo caso a esas personas Sr. Presidente, no hay que entender mucho de economía para darse cuenta los graves impactos en nuestra balanza de divisas que hubiésemos tenido sin ese Plan Gas que permitió ahorrar nada menos que USD 6.000 millones, al tiempo que logró revertir un declino del 10% anual y aumentó la oferta de gas en cerca del 30%. El debate sobre el Plan Gas fue tan desgastante y absurdo que derivó en el traspaso de la Secretaría de Energía al Ministerio de Economía, pero finalmente primó la racionalidad, se aprobó, y usted reconoció públicamente hace pocos días mi intenso trabajo y el de los equipos técnicos de entonces para que se pudiera llevar a cabo, cosa que una vez más le agradezco.

4. Reducción de los subsidios a la energía:

El segundo desafío era salir del desquiciado sistema de subsidios a la energía que rige en nuestro país desde hace dos décadas, el cual tiene un enorme costo fiscal, es socialmente injusto, centralista, anti federal y pro rico. Como peronista me avergüenza cada día que pasa en el que el Estado argentino subsidia la energía de hogares acomodados de la ciudad de Buenos Aires o la zona norte del gran Buenos Aires, hogares que no necesitan, no solicitan ni valoran esos subsidios. Era imprescindible racionalizar este sistema, realizando adecuaciones tarifarias que tuvieran en cuenta la crisis de ingresos de los hogares, pero dotándola de progresividad distributiva. Lejos de ellos, el equipo de la Secretaría de Energía, que se fuera desplegando desde los entes reguladores, no hizo más que alimentar este sistema nefasto de subsidios.

En estos dos años y medio han ocurrido hechos trascendentes en el mundo: hubo una pandemia, se investigó rápidamente la genética del virus, se crearon varias vacunas, se desplegaron decenas de iniciativas para afrontar la pandemia, se aceleró la digitalización, cambiaron los sistemas mundiales de aprovisionamiento, pero en nuestro país, el equipo de la Secretaría de Energía no fue capaz de diseñar un sistema de segmentación de tarifas y cobrarle a los ricos y sectores de ingresos medio – altos una boleta de luz y gas sin subsidios.

8. Nuevo régimen laboral para pymes:

Quisiera reiterarle algunos desafíos que hemos conversado y para los cuales dejo a disposición los estudios de factibilidad que hemos realizado. Uno es un proyecto largamente conversado con las entidades pymes del país para generar un régimen laboral especial para micro y pequeñas empresas, con el fin de formalizar y garantizar derechos laborales a los 4 millones de trabajadores informales que tiene la Argentina, en el comercio, la industria y otras actividades. Es absurdo exigir a esos pequeños emprendimientos los mismos requisitos que a firmas medianas y grandes.

Finalmente, el Estado termina haciéndose cargo de esos trabajadores informales a la hora de su jubilación mediante un régimen previsional inclusivo. Es razonable adecuar el régimen laboral a la realidad de estos sectores y apuntalar su ingreso a la formalidad, con un nuevo esquema legal, ágil, moderno y que termine con la única industria que debiera cerrar definitivamente en Argentina: la industria del juicio.

9. Modificación del sistema de subsidios:

El primer desafío es reemplazar este ineficaz, costoso, anti federal e injusto sistema de subsidios a la energía y el transporte por un esquema de subsidio a la demanda, a pagar a través de billeteras digitales o tarjetas prepagas, de suma fija, que estimule el ahorro energético y sea verdaderamente federal. De esta manera, los subsidios llegarían a quienes realmente lo necesiten en todo el país, de manera federal, beneficiando a quienes menos tienen de manear progresiva y se los podría administrar en función del ciclo económico, aumentando o reduciendo el monto individual del subsidio, de acuerdo a la situación socioeconómica de los beneficiarios.

10. Plan de eficacia energética:

Otro desafío es un plan de eficiencia energética para que a través de la industria nacional se puedan reemplazar electrodomésticos viejos (en particular aires acondicionados, lavarropas y heladeras) de alto consumo, por otros de bajo consumo. Este plan permitirá ahorrar hasta un mes de consumo eléctrico en una primera etapa, reciclando equipos viejos, dando trabajo también en la industria del reciclaje. El plan está listo para ser implementado en los próximos meses.

Para finalizar, hay mucha gente a la que quiero agradecer, porque si esta tarea se pudo llevar a cabo no fue por acciones aisladas ni iluminados, sino porque pude conformar un gran equipo de trabajo y porque pude interactuar con grandes equipos de gobierno. Mi primer agradecimiento es para mis colegas del gabinete económico, con los cuales pudimos coordinar numerosas acciones. En tiempos muy difíciles, fue mucho lo que pudimos lograr trabajando con Santiago Cafiero, Martín Guzmán, Cecilia Todesca, Mercedes Marcó del Pont, Claudio Moroni y Miguel Pesce. Les deseo lo mejor para lo que viene: son gente honesta, talentosa y patriota.

 

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