El parlamento de Portugal aprobó ayer un impuesto del 33% sobre las ganancias inesperadas que las empresas de energía y los minoristas de alimentos pueden generar con la inflación en su nivel más alto en casi tres décadas.
El jefe de asuntos fiscales del Ministerio de Hacienda, Nuno Félix, declaró que el nuevo impuesto “excepcional y estrictamente temporal” está en línea con el aprobado por la Unión Europea para el sector energético.
En Portugal, este impuesto se dirige a los beneficios excesivos de las empresas que operan en los sectores del petróleo crudo, el gas natural, el carbón y las refinerías, pero también a los de los minoristas de alimentación. Fue propuesta por el gobierno socialista que tiene una mayoría absoluta de escaños parlamentarios.
“El nuevo impuesto apunta a tener una redistribución de este exceso de ganancias en un contexto inflacionario… tiene que haber justicia social”, agregó Félix al parlamento antes de la votación.
De acuerdo con el régimen aprobado, la participación en las utilidades de aquellas sociedades que supere el 20% de las utilidades promedio de los cuatro años anteriores tributará al 33%. La nueva tarifa se aplicará en 2022 y 2023.
En Portugal, la tasa estándar sobre las ganancias corporativas es del 21%.
El beneficio de la petrolera portuguesa Galp (GALP.LS) aumentó un 86% en los primeros nueve meses, pero la compañía dijo que esto se debió esencialmente a su producción en Brasil y Angola, que se beneficiaron de la subida de los precios del crudo, y no a su negocio doméstico.
El segundo minorista más grande de Portugal, Jeronimo Martins (JMT.LS), registró un aumento del 29% en las ganancias netas de enero a septiembre, ya que la inflación vertiginosa impulsó las cifras de ventas al alza.
Los precios al consumidor portugueses subieron un 9,9% interanual en noviembre, desacelerándose ligeramente desde el 10,1% del mes anterior, que fue el más alto en tres décadas.