Lola Mora, una visionaria del gas y el petróleo no convencionales

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La artista universal –extraordinaria escultora argentina– dedicó sus últimos años de vida al estudio de los hidrocarburos retenidos en los esquistos.
En las primeras décadas del siglo XX, casi un siglo antes de que términos como “shale gas” y “shale oil“ se instalaran en la agenda pública del país, la renombrada escultora Lola Mora comenzó a estudiar en los cerros de su Salta natal las posibilidades de aprovechamiento de los hidrocarburos entrampados en las rocas sedimentarias.

Esta desconocida faceta de una extraordinaria mujer fue rescatada por el científico salteño Ricardo N. Alonso, luego de una larga y obstinada búsqueda de fuentes bibliográficas.
Lola Mora, en efecto, tuvo que encarar estudios geológicos (para identificar las fuentes de los esquistos), mineros (para su explotación) y de química orgánica (para los ensayos de destilación).

Dolores Mora Vega de Hernández nació en El Tala, en el sur de Salta, el 17 de noviembre de 1866 y murió en Buenos Aires en 1936. Con la misma pasión y genialidad volcada en su legado artístico, Lola Mora dedicó los últimos años de su vida al petróleo y a la minería. Realizó prospecciones y pidió numerosos cateos a su nombre en áreas de la Puna con potencial de azufre, cobre, oro, hierro y otros metales.

Con sus experiencias en el sur de Salta, Lola Mora se adelantó 84 años a los anuncios que sacudieron al país, desde Vaca Muerta, en 2010. Ella vio el potencial hidrocarburífero que tenían las lutitas bituminosas que afloraban en los arroyos de la Sierra de la Candelaria, más concretamente en la llamada Cueva del Negro, en la formación Yacoraite.

Lola Mora estaba convencida de que los esquistos bituminosos se podían convertir económicamente en petróleo.

Para ello trabajó y dejó su legado escrito en “Combustibles: Problemas Resueltos”, donde advirtió tempranamente sobre la necesidad de autoabastecerse de combustibles fósiles y defendió enfáticamente, y con números, que resultaba más económico producir hidrocarburos a partir de los esquistos bituminosos y los hornos desarrollados y patentados por ella, que realizar costosos pozos profundos con todo lo que significaban y aún significan las perforaciones.

Ya en los años veinte, esta deslumbrante mujer advertía que en el país hay abundantes fuentes de esquistos bituminosos cerca de las ciudades (sobre todo en Salta, Jujuy, Tucumán y Mendoza) y más aún cerca de las vías del ferrocarril. Y aseguraba que mientras los pozos de petróleo se agotan luego de una década de explotación intensiva, los esquistos bituminosos conforman masas de estratos de gran extensión en el interior de las serranías. En sus experimentos con los esquistos, ella pudo producir diferentes combustibles, aceites, grasas y productos medicinales, como parafina sólida, fenol, alquitranes y benzol.

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