La República Checa redujo en un 95 % su dependencia del gas ruso en los últimos ocho meses gracias a las importaciones desde Noruega y de gas natural licuado procedente de ultramar a través de Países Bajos.
“Dependíamos casi al 100 % del gas ruso y hoy la situación es completamente distinta”, señaló ayer el líder del Gobierno, primer ministro, el conservador Petr Fiala.
Fiala indicó que la dependencia del gas ruso ha pasado del 97 al 4 % en los últimos ocho meses, un descenso del 95 %.
El país disminuyó en un 19 % el consumo de gas el año pasado, debido también al clima templado, lo que disminuyó la presión sobre los precios.
Este menor consumo contribuyó a que las reservas de gas estén ahora al 74 por ciento, el nivel más alto de los últimos años en esta época del año.
Además, el país centroeuropeo tiene reservada en terminales del gas natural licuado neerlandesas una cantidad de gas equivalente al 40 % del consumo anual.
Praga se propuso reducir completamente su dependencia del gas ruso y también quiere dejar de comprarle crudo, que actualmente supone el 50 por ciento de las importaciones de este combustible.