Nueva capacidad ociosa transforma a Rusia en productor de crudo clave para tiempos de crisis

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Cuando las instalaciones de petróleo de Arabia Saudita fueron atacadas el mes pasado, el ministro de Energía de Rusia, Alexander Novak, se mostró listo para elevar la producción de crudo del país a fin de compensar la brecha de suministros globales.

“Si hubiera necesidad estamos preparados para una acción coordinada”, dijo Novak a Reuters en una entrevista en Moscú. “Conversamos por teléfono con el ministro saudí (…) ellos dijeron que podían arreglárselas. Y pensé que no había necesidad de tomar medidas extraordinarias”, dijo.

En sus siete años en el cargo, Novak ha persuadido a las grandes petroleras rusas para que suban significativamente su capacidad ociosa pese a los recortes al bombeo de crudo, lo que lleva al país a las filas de los grandes exportadores que pueden ajustar su nivel de producción en el corto plazo para compensar alteraciones en la demanda global o en los suministros.

Antes, sólo Arabia Saudita -y hasta cierto grado sus vecinos como Emiratos Árabes Unidos y Kuwait- tenían la capacidad de inyectar más suministros globales al mercado en tiempos de volatilidad.

Cuando el príncipe saudí Abdulaziz bin Salman, el actual ministro de Energía, llamó a Novak dos días después de los ataques de hutíes yemeníes, él sabía que Rusia podía incrementar su producción rápidamente en entre 300.000 y 500.000 barriles por día (bpd), un equivalente a 0,3% y 0,5% de los suministros globales, si los problemas con las instalaciones de refinación del reino duraban más de lo esperado.

“Hemos dicho que tenemos una capacidad ociosa de unos 300.000 bpd pero actualmente nuestro potencial en incluso mayor porque las petroleras han seguido invirtiendo (durante los recortes al bombeo)”, declaró, al confirmar que la capacidad ociosa de rusa se empina hacia los 500.000 bpd.

Nacido en la entonces Ucrania soviética, Novak, de 48 años, pasó la primera parte de su carrera en Norilsk, en el Ártico, donde estudió economía y trabajó para el gigante minero Norilsk Nickel antes de convertirse en vicegobernador local y luego viceministro de Finanzas.

Como uno de los ministros de Energía que ha ejercido el cargo por más tiempo en Rusia, Novak expandió rápidamente su cartera para convertirse en el jefe de las comisiones intergubernamentales con Irán, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, un área clave de diplomacia para el presidente Vladimir Putin.

Uno de sus mayores éxitos fue el acuerdo de cooperación forjado con la OPEP en 2016. La medida, el primer pacto de Rusia con el grupo de productores en el que ambas partes cumplieron sus compromisos, salvó los precios del petróleo del colapso inminente y proporcionó al presupuesto ruso decenas de miles de millones de dólares en ingresos adicionales.

El príncipe Abdulaziz dijo la semana pasada que la cooperación rusa con la Organización de Países Exportadores de Petróleo se discutió por primera vez cuando Novak asistió al funeral del rey saudí Abdulá en enero de 2015.

El secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo, dijo el lunes que contaba con Rusia para ayudar a calmar las tensiones entre los miembros de la OPEP, Arabia Saudita e Irán, cuyas relaciones alcanzaron nuevos mínimos después de los ataques del 14 de septiembre.

La semana pasada, Novak organizó la primera reunión desde los ataques entre el príncipe Abdulaziz y el ministro de Petróleo iraní, Bijan Zanganeh, al margen de un foro energético organizado por Rusia.

Arabia Saudita culpó a su rival regional Irán por los ataques, una acusación que Teherán niega, pero más allá de las tensiones, los compromisos de la OPEP y sus aliados se mantienen.

“La OPEP es una organización madura. A pesar de las diferencias a nivel bilateral, siempre se las arregla para encontrar el consenso a nivel multilateral”, explicó Novak.

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